Fantasmas, Risas y un Toque de Magia – 18 y 19

Capítulo 18: La Novia del Umbral

La luz al final del túnel no iluminaba—devoraba. Cada paso hacia Bela hacía que mis recuerdos se desdibujaran: olvidé temporalmente mi dirección, el olor a café de Valeria, hasta el nombre de mi perro de la infancia.

—No mires directamente —advirtió el niño adivino, cubriéndose los ojos con las manos—. Es el brillo del Umbral.

Bela seguía inmóvil, el cuchillo sangrante colgando a su lado. Su vestido de novia estaba intacto excepto por una mancha carmesí sobre el corazón.

—No deberías haber venido —dijo con voz que era y no era la suya—. Ahora tendré que matarte otra vez.

Valeria, aún débil pero libre de los hilos de plata, se interpuso.

—Ella no es tu Bela —me advirtió—. Es la primera versión. La que trabajó para Silas.

El niño asintió, señalando el cuchillo.

—El arma original. Con esa mató a los primeros siete inocentes.

La figura de Bela parpadeó, mostrando por instantes su aspecto real: una criatura de sombra con máscara de novia, sus dedos alargados como garras.

Técnicamente —rio con crueldad— solo maté seis.  escapaste, pequeño Tomás.

El nombre hizo que el túnel temblara. Del extremo opuesto (donde quedaba la cripta), un rugido anunciaba que el depredador había terminado con Tomás.

—Hay una salida —urgió Valeria—. Bajo su vestido.

Bela (o lo que fuera) ladeó la cabeza con un chasquido antinatural.

—¿En serio crees que no lo sé? —sonrió, levantando el faldón para revelar un hueco al vacío donde deberían estar sus piernas—. Todo lo que entra allá pertenece a Silas. Incluyendo…

Lanzó algo que aterrizó a nuestros pies:

La máscara de Don Pancho, ahora rota en tres pedazos.

El niño adivino gimió como si lo hubieran apuñalado.

—Francisco…

Bela avanzó, el cuchillo dibujando círculos en el aire.

—El plan era sencillo: atraerte aquí, usar tu conexión con Tomás para estabilizar el Umbral, y… —miró a Valeria con hambre— recuperar lo que Silas perdió.

Valeria retrocedió, tocando su cicatriz.

—Mi alma…

—No —Bela rió—. Tu útero. Donde guardas el fragmento que le robaste.

El niño me empujó hacia la luz.

Ahora.

[•••]

Saltamos a través de Bela.

Su cuerpo era frío como el espacio interestelar, y por un segundo, vi todo:

  • Una ceremonia en 1521 donde Silas (vestido de sacerdote) abrió el primer Umbral.
  • Bela siendo poseída por la misma sombra que ahora llevaba.
  • Y un cuarto oculto en el hospital psiquiátrico, donde siete cuerpos infantiles flotaban en tanques de vidrio.

Luego estábamos afuera, en el patio trasero de la iglesia, vomitando bilis negra.

Valeria temblaba incontrolablemente.

—El hospital… —jadeó—. Tiene razón… hay algo ahí…

El niño adivino examinó los pedazos de la máscara.

—Francisco logró esconderlo antes de morir —susurró—. El séptimo lugar no es físico.

Del interior de la iglesia, un estruendo anunciaba que Bela (y el depredador) venían por nosotros.

Valeria me agarró de la mano.

—Hay una forma de ganar… pero necesitarás hacer exactamente lo que diga.

Sus ojos dorados brillaron con lágrimas de plata.

—Incluso si significa sacrificar a Bela para siempre.

Capítulo 19: El Séptimo Tanque

Los pedazos de la máscara de Don Pancho ardían en mis manos, marcando mi piel con runas que no podía leer. El más grande mostraba claramente el ala oeste del Hospital San Camilo, con una habitación marcada en rojo:

“Sala 7”

Valeria se tambaleó al levantarse, su cicatriz ahora extendiéndose en patrones de telaraña bajo la ropa.

—No tenemos mucho tiempo —dijo, escupiendo un hilo de plata—. Cuando el depredador termine con los restos de Tomás, vendrá por lo que guardo.

El niño adivino (cada vez más transparente) unió los fragmentos de máscara sobre el suelo.

—Francisco escondió el antídoto aquí —sus dedos trazaron líneas invisibles entre las piezas—. Pero necesitamos…

Un aullido desde la iglesia cortó su frase. Algo acababa de romper las puertas.

—¡Moverse! —grité, cargando a Valeria sobre mis hombros mientras corríamos hacia la calle trasera.

El niño nos guió por callejones que no aparecían en los mapas, atajos que olían a medicamentos viejos y gritos ahogados. Cada pocos metros, una sombra nos observaba desde los charcos:

Bela.

O lo que quedaba de ella.

[•••]

El Hospital San Camilo era una cicatriz de cemento contra el cielo nocturno.

Las ventanas tapiadas, las paredes llenas de grafitis que se movían cuando no las mirabas directamente. Una placa oxidada cerca de la entrada decía:

“Fundado 1893”

El año en que todo comenzó.

Valeria colapsó contra la verja, los dedos convulsionando.

—Está… llamando… —entre cada palabra, escupía un diente que se convertía en polvo de plata—. No podemos entrar por la puerta.

El niño señaló una reja de ventilación rota.

—El depredador ya está aquí —susurró—. Lo sentí nacer cuando Tomás murió.

Los fragmentos de máscara en mis manos vibraron, guiándonos hacia el sótano. El pasillo olía a cloroformo y carne quemada. Las paredes estaban cubiertas de fotografías de pacientes, todos con los ojos raspados.

Hasta que llegamos a la Séptima Puerta.

No tenía picaporte. Solo un hueco en forma de máscara rota.

El niño miró a Valeria con tristeza.

—Tú debes entrar primero.

Ella asintió, sacando un cuchillo de su botín.

—Lo que viene dolerá.

Antes de que pudiera detenerla, se cortó la cicatriz de un extremo al otro.

[•••]

La Sala 7 no era una habitación.

Era una matriz.

Siete tanques de vidrio llenos de líquido amniótico florescente ocupaban el centro, cada uno con un niño suspendido. Todos tenían mis ojos.

En el séptimo tanque, flotaba una versión infantil de Valeria.

—No… —tragué saliva—. ¿Eres la séptima?

—No —respondió el niño adivino, ahora casi invisible—. Ella es la prisión.

Valeria se desplomó frente al tanque central, donde un feto adulto flotaba conectado por cordones umbilicales a los demás.

—Silas nunca tuvo alma que perder —explicó con voz quebrada—. Por eso usó a otros. A nosotros.

Los fragmentos de máscara saltaron de mis manos, ensamblándose solos sobre el rostro del feto.

Una voz que conocía demasiado bien resonó:

“Hola, chamaco… ¿listo para el round final?”

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

Información básica sobre protección de datos Ver más

  • Responsable: Eduardo Jose Baptista Valladares.
  • Finalidad:  Moderar los comentarios.
  • Legitimación:  Por consentimiento del interesado.
  • Destinatarios y encargados de tratamiento:  No se ceden o comunican datos a terceros para prestar este servicio. El Titular ha contratado los servicios de alojamiento web a Namecheap que actúa como encargado de tratamiento.
  • Derechos: Acceder, rectificar y suprimir los datos.
  • Información Adicional: Puede consultar la información detallada en la Política de Privacidad.

Esta sitio web usa Cookies, ¿estas de acuerdo?    Más información
Privacidad